En primera persona con Bárbara Lombardo

(Por Agustina Amorós) La actriz argentina Bárbara Lombardo (44) entró al mundo actoral por la puerta grande, con su primer protagónico en cine en Cautiva, en el 2005. En estos 20 años de carrera como actriz supo interpretar a personajes tan disímiles como memorables. Trabajó en importantes proyectos en Argentina, México y Estados Unidos. Hoy es parte del éxito de Netflix interpretando a Melina en Envidiosa, mientras en paralelo da sus primeros pasos como productora. En InfoStyle viajamos a Buenos Aires para conocer la historia y el presente de esta actriz nómade y curiosa. 

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Es difícil encontrar un hueco en la agenda de una actriz que trabaja mirando el mercado internacional –más aún si está en pleno rodaje–, pero en InfoStyle lo logramos y nos encontramos con Bárbara Lombardo, en medio de las jornadas de grabación de la tercera temporada de Envidiosa. Quisimos saber todo, pero hay confidencialidad absoluta. Solo sabemos que el rodaje viene viento en popa. 

Apenas comenzamos a hablar Bárbara se declara fiel admiradora de Uruguay. Destaca el entorno natural, nuestras playas, bosques y áreas protegidas. Para mi alegría, también me habla con cariño de nuestra gente. Nombra a profesionales uruguayos con respecto: dice que siempre que viene a Montevideo pasa por la peluquería de Nacho Sarube, es fan de Pastiche y que adora trabajar con Tavo García y Bruno Nogueira. Antes de adentrarnos en la charla, promete volver a Uruguay pronto. Ahora sí, apalabrada en una próxima visita, nos disponemos a conocer su historia, saber de sus comienzos, su vida en distintos países, su visión y los proyectos que trae este año. 

¿Qué recuerdos tenés de tu infancia?

Cuando yo era chiquita falleció mi papá. Yo tenía tres años y medio y tengo pocos recuerdos antes de eso. Fue, sin dudas, un antes y un después en mi vida. La muerte de mi papá me atravesó durante mucho tiempo. Creo que mis primeros recuerdos se relacionan con su muerte. Mis primeros años de vida estuvieron muy marcados por ese suceso generó mucho dolor, mucha confusión en mí y en mi entorno. Mi papá es una fuente de inspiración en mi vida. Fue muy triste, lo extraño, pero nunca me faltó un plato de comida y pude tener una vida linda. Agradezco haber crecido en una casa grande, era como un club. Tuve una adolescencia divertida. Yo soy la menor de cuatro hermanas. Vivíamos con mi mamá y también aportaba mi tía-abuela, que era docente y vice-rectora de un instituto muy prestigioso de Argentina. De mi tía-abuela Alicia heredé un respeto muy grande por el arte, la cultura, la historia y las culturas antiguas. Ella era docente de geografía y era una ávida lectora. Nos llevaba a mí y a mis hermanas a todo tipo de espectáculos culturales. Yo aprendí mucho escuchándola. Ella fue quien me introdujo al arte. Nos invitaba al cine y a todo tipo de exposiciones de arte. Vi todo el cine de los 80 y los 90 con ella. 

¿Siempre supiste que querías ser actriz?

Lo sentí a mis 19 años, ya estudiando teatro. Apenas salí del secundario me dieron ganas de estudiar teatro y me recomendaron varias escuelas. Tuve una entrevista en la escuela de Julio Chávez, en la que él definía si te daba un espacio en su escuela o no, y me lo dio. Fue muy lindo ese primer encuentro con él. Ahí empecé a estudiar. Salía de trabajar y me iba a su escuela de ocho a doce de la noche. Me atravesó esa experiencia. Me fui dando cuenta que iba por ahí. El primer año observé mucho. El segundo año actué en todos los ejercicios y escenas que pude. Él me autorizó a hacer otros cursos con gente con más experiencia. Me respaldó y como yo tenía vocación, lo pude aprovechar. Es magnífico el rol de los docentes, los respeto y valoro mucho. Fui criada por docentes y los docentes en mi vida me han ayudado muchísimo. 

¿Cómo fueron las primeras experiencias actorales?

Mis primeras experiencias en un estudio de televisión fueron en el programa de Xuxa. Si dejamos eso a un lado, mi primer gran trabajo como actriz profesional fue en Cautiva, la película en la que fui protagonista. Fue increíble. Antes había hecho participaciones chiquitas en televisión: en Enamorarte y en Diarios de Motocicleta, en la que bailaba tango. 

Cautiva se grabó muy lentamente, estábamos sumidos en una crisis económica muy grande. Yo tenía 20 años. Se estrenó primero en Estados Unidos. Después Gustavo Marra, productor muy querido que falleció hace poco, me llamó para Resistiré. Fue otro quiebre y entrada al mundo audiovisual. 

¿Cuándo y cómo se dan las experiencias de trabajo en el exterior?

Mi primer viaje se da por Cautiva. La película se estrenó en Estados Unidos, en el marco del New Directors/New Films Festival, un ciclo importante del MoMA. A partir de eso los distribuidos me invitaron a Nueva York y a Los Ángeles. Fue apasionante viajar y me dieron ganas de más. Fue más fuerte que yo, sentí ganas de probarlo. Decidí irme a vivir a México, le puse y aún le pongo mucho esfuerzo a mi faceta laboral allá. No es un mercado sencillo, pero estoy muy contenta con todo lo que he logrado. Trabajar en español neutro es un gran desafío actoral, tanto por los modismos, la jerga, el tono. Al principio me ponía muy nerviosa, pero uno se va a adaptando…

Viví también en Estados Unidos. Estuve 10 años en pareja y nos quedamos viviendo en Los Ángeles. Tengo una comunidad re linda allá a la cual extraño mucho. Es un mercado muy distinto al nuestro, super desafiante, he aprendido un montón. No sé si soy nómade, pero sí tuve la suerte de vivir y trabajar en otros países. Estar en otros lugares me cambia la cabeza, me hace apreciar lo que tengo, tomar perspectiva…