En primera persona con Alexia Berthelemy

(Por Agustina Amorós) La diseñadora uruguaya Alexia Berthelemy es una de las pioneras en el mercado de la moda local. Junto a su socia, Agustina Pereira, fundaron hace 14 años Mutma, una marca que describen como “bold yet stylish aesthetic”, que mantiene su éxito en un mercado desafiante. Tras el lanzamiento de una colección que arrasa, a días de su cumpleaños y embarazada de su tercer bebé, en InfoStyle entrevistamos a Alexia. Con su estilo vibrante y una energía arrolladora, charlamos sin parar con una creativa imparable. 

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Alexia está en el quinto mes de embarazo, y se hace un hueco para la entrevista mientras sus hijos Teo (5) y Ava (3) están en natación. Contamos con una hora para esta charla y le sacamos provecho. Tenemos mucho para conversar: ya se cumple más de una década de su proyecto Mutma, este mes fue su cumpleaños, en breve los espera una mudanza y antes de fin de año nacerá la nueva integrante de la familia que Alexia construyó junto a Federico Fox. Me cuenta que en la naturaleza encuentra la paz necesaria “para no volverse loca” y que van al campo seguido, ya que su esposo es agrónomo.

Graciosa, cuestionadora, por momentos irreverente cuenta que nació en una familia tradicional, y es la tercera de cuatro hermanas. Supo romper con varios de los mandatos familiares: se dedicó al mundo creativo, convivió mucho antes de casarse, vivió una temporada en Australia, y con esa misma picardía me cuenta que celebra que su tercer embarazo “rompa con el formato de familia tipo: nena-varón”. Y como todo gesto es autobiografía, siento que cada comentario la representa. Casi sin darnos cuenta nos vamos adentrando en la historia de Alexia Berthelemy: la niña de nombre difícil que ahora busca que los nombres de sus hijos no superen las tres letras. Aquí, un fragmento de esta charla íntima para InfoStyle. 

¿Cómo fue tu proceso de formación profesional? 

Siempre me gustó la moda. Vengo de una familia tradicional y yo rompí los esquemas queriendo estudiar diseño. En ese momento no había una carrera que me cuadrara en Uruguay. Pensé en un momento en irme a Buenos Aires a estudiar moda en la Universidad de Palermo, pero ya estaba de novia con Fefe y no nos queríamos separar.

En Montevideo había una tecnicatura en la escuela de Pablo Giménez que me interesaba mucho, pero mis padres me pedían que haga algo más en paralelo. En esa búsqueda me anoté en diseño de interiores en la ORT. Hice un primer semestre y me di cuenta que no iba por ahí. Lo veía muy orientado a arquitectura, con un primer año muy teórico, y yo tenía necesidad de crear. Decidí abandonarlo y al año siguiente me anoté en la Licenciatura en Comunicación, en la Universidad Católica, que la hice completa. En un momento soñaba con dedicarme al periodismo en moda. Lo que son las vueltas de la vida, en 2015 estuve unos meses viviendo en Australia y llegué a hacer una pasantía en Harper's Bazaar en Sídney. Si bien fue una gran experiencia, supe que tampoco era por ahí. Mi mundo es hacer, crear, me gusta hacer ropa. Yo me dedico al diseño, pero todo ese conocimiento que me dio la carrera de comunicación está adentro de mi cabeza, me influye como profesional y como persona. 

Mutma ya tiene 14 años en el mercado, ¿en qué etapa se encuentra ahora?

Mutma arranca siendo una productora en 2011 y fue mutando mucho a lo largo de todos estos años. Es un fiel reflejo de nosotras dos. El proyecto lo empezamos sin ser madres y nosotras fuimos creciendo junto con la empresa, fuimos cambiando, tomando decisiones personales y empresariales a medida que iba pasando el tiempo. 

Siendo emprendedor es inevitable querer meterte en absolutamente todo. Como en la maternidad: una quiere saber todo de sus hijos y son ellos los que ponen el límite. En la empresa pasa igual: una quiere estar en todo, pero no es posible, la empresa requiere que aprendas a delegar. Estamos poniendo mucha energía en construir equipo. No es fácil, pero estamos en ese proceso. Estamos muy orgullosas de todo el camino recorrido en estos 14 años. Somos una empresa sólida, que se mantiene. Este año la colección fue un éxito inmenso. Nunca nos había pasado algo así, tuvimos mucha respuesta positiva de nuestras clientas. 

¿Cómo se compone el equipo actual? 

El “cerebro” de Mutma somos cuatro personas: las dos socias, una diseñadora y una responsable de la logística. Luego están las tres vendedoras fijas del local y mucho equipo tercerizado. Trabajamos la web con el equipo de Moon Ideas, que son muy profesionales, también tercerizamos comunicación, pautas, etc. En este momento tenemos nuestro local de Carrasco y la web, que funciona como otro punto de venta. En Punta del Este estamos en Magma, tenemos una relación comercial muy linda. Hace varias temporadas que nuestras prendas están ahí de diciembre a marzo. El tráfico que tiene Magma en todos sus puntos es inigualable. Eventualmente nos encantaría expandirnos en líneas, locales, equipo, pero somos muy cautelosas en cuanto a los pasos a dar. Lo pensamos bien. No nos tiramos a la piscina así nomás y creo que eso nos ayudó a sostenernos durante tanto tiempo.

Han explorado también el mercado internacional…

Sí, tuvimos experiencias muy interesantes en Estados Unidos y Chile. Trabajamos mucho tiempo con Uruguay XXI. En un momento nos encontramos con mucha cosa abierta. Por un lado, el mercado local, siempre desafiante. Por otro, estábamos teniendo mercado en Chile –vendiendo en Falabella y estableciendo contactos con buyers y boutiques–. En paralelo viajando mucho a Estados Unidos para poder crecer allá. Llegamos a trabajar muy bien con Urban Outfitters, tremendas colaboraciones en Nueva York, se lograron cosas muy lindas… Era mucho trabajo y si pasábamos raya a nivel negocio, lo que nos cerraba era Uruguay y lo estábamos descuidando, porque no podíamos hacer todo. El que mucho aprieta poco abarca, es así. No hay misterio. Hay que poner foco en qué querés crecer. No se puede hacer todo. En un momento nos preguntamos dónde está nuestra base, que es sin dudas el mercado uruguayo, y decidimos poner todas las fichas en un lugar. Consolidarnos, armar equipo para luego salir para afuera. A nivel internacional hay que salir con fuerza, con todo, no se puede a media asta. Incluso a nivel de capital, no era sostenible estar en todo. Barajamos de nuevo. Hoy el foco está en Uruguay. Nos interesaría abrir un segundo local, consolidarnos muy bien en el mercado nacional. Además, hoy desde la web vendemos al mundo. Tenemos ventas para Estados Unidos, Australia, Asia. En cuanto a formatos de comunicación, hoy las redes son una ventana al mundo. 

Otra de tus facetas como diseñadora son los vestidos de novia. ¿Cómo surge la dupla con Tavo García?

Me hice mi vestido para mi casamiento y a partir de eso mucha gente empezó a contactarme para pedirme vestidos de novia. Cuando vi esa necesidad me di cuenta que había algo interesante en ese rubro. Acompañar a una persona a hacer su vestido de novia es un proceso hermoso, muy cercano, que exige mucho desde lo humano. Una se convierte parte de la vida de una persona en un momento crucial… sos su sostén. 

El proceso de diseño lo disfruto mucho, el desafío es encontrar a los proveedores que logren materializar esas ideas. Hacer mi propio vestido me costó sangre, sudor y lágrimas. ¿Quién me iba agarrar hacer el vestido como yo lo imaginaba? Me costó un montón encontrar a la persona, y de hecho esa costurera no siguió haciendo novias… Es un desafío encontrar modistas que trabajen telas bordadas, son costuras complejas. Es un delirio de trabajo artesanal.

La dupla con Tavo García surgió, justamente, a partir esa búsqueda. Había tomado un vestido que me tenía muy entusiasmada. Ya con la tela comprada y el trabajo tomado, la modista con la que solía trabajar siempre me dijo que no, que con esa tela no trabajaba. Tengo el recuerdo de quedarme helada, levantar la tela, subirme a mi auto y ponerme a llorar. Pensaba: ¿Y ahora qué hago? Estaba comprometida, teníamos la tela comprada y no tenía quién me hiciera el trabajo. En ese estado llamé a Gonza, un gran amigo que conozco de la escuela de Pablo Giménez, él me hacía moldes de mis primeros diseños, tenemos una relación divina… hoy vive en España y lo llamé desesperada pidiendo ayuda. Me dijo: “llamá a Tavo García”. Pero si él es diseñador, no me va a agarrar, pensé. Pero Gonza me insistía, que era muy bueno y necesitaba el laburo. Yo no tenía ni idea quién era, confié en Gonza y lo llamé. No solo agarró el trabajo, sino que lo hizo increíblemente bien y nosotros cuajamos a la perfección. Machear creativa y laboralmente no es tan fácil. Él es diseñador, pero entiende perfectamente cómo trabajar costura. Yo siempre le dije: “a mí que el vestido lleve la firma de los dos, no me importa, lo que necesito es que se ejecute. A mí los egos no me importan”. Fue un boom increíble lo que logramos. Laburamos increíblemente bien juntos. Confío mucho en su confección, disfrutamos del laburo juntos. Hice muchos vestidos también con Inés Uriarte, que trabaja bajo la misma dinámica –tiene sus propios vestidos, pero toma también los míos–. No es fácil para un diseñador encontrar gente que te interprete bien, que confeccione bien, que haga las cosas tan bien. No es fácil pero tampoco imposible. 

A fin de año ya tenemos seis novias confirmadas. Es un gran éxito. Si yo te agarro como novia, voy a darlo todo. Son meses de un vínculo muy cercano y comprometido. Mientras yo pueda y haya clientas, lo voy a hacer. Perdí la cuenta de cuántas novias he hecho. Soy bastante de terror, ni siquiera tengo un material de todos mis trabajos. Tampoco tengo una cuenta de Instagram con mis vestidos. Lo que disfruto es de hacerlos, crearlos, hacer feliz a una novia en su día. Si hacés tu trabajo bien, la gente viene a vos. No hay misterio. No hay nada más fuerte que el boca a boca. El producto habla por sí mismo. 

¿Qué proyectos se vienen para este año?

A nivel profesional seguir creciendo con Mutma, estamos muy enfocadas en mejorar, crecer y armar equipos fuertes. En cuanto a lo personal, lo más importante es sin dudas el nacimiento de la nueva integrante de nuestra familia. Este año, además, se suma un gran cambio que con Fefe venimos postergando hace mucho: la mudanza. Desde hace mucho tiempo lo necesitamos hacer. Me río diciendo que todavía vivimos en un apartamento de solteros, chiquito, con dos nenes y embarazada de un tercero. Yo lo amo, pero la realidad es que ahora mis hijos están necesitando más espacio. 

Ya hace dos años que estamos construyendo una casa en San Nicolás. Aún no está terminada, pero en teoría a fines de este mes nos mudamos. Con mi cabeza de diseño, desde el momento que decidimos concretarlo mi mente no para. Enloquecí a los arquitectos, les di vuelta la planta. No dejé ningún detalle al azar. A nivel creativo fue un proceso alucinante. Es un desafío salir de la regla en Uruguay. Querer hacer algo diferente en nuestro país cuesta más a todo nivel. No es una casa gigante, me interesaba encontrar metros cuadrados funcionales, hogareños y cómodos. No se necesita inmensidad. Queríamos una casa viable de mantener, que logísticamente funcione bien y que cada espacio se pueda aprovechar. Cada metro cuadrado tiene que ser habitado. Proyectar y verlo luego en la realidad es muy impresionante. Quiero un hogar disfrutable para toda la familia y estoy feliz con cómo está quedando. 

Ping pong Alexia Berthelemy:

  • Un libro: “Muchas vidas, muchos maestros” de Brian Weiss.
  • Un director de cine: Tarantino y Almodóvar. Sus películas son auténticas piezas artísticas.
  • Un hábito: El mate de la mañana.
  • Tu lugar en el mundo: Estar con la gente que quiero.
  • Un destino: Australia.
  • Un artista: Isabel Marant.

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