Esta iniciativa, establecida en 1996 por el Centro para la Audición y la Comunicación (CHC), tiene como objetivo destacar los efectos negativos del ruido en nuestra vida cotidiana. Se celebra cada último miércoles de abril. Esta problemática es especialmente relevante en entornos urbanos, como la Ciudad de Buenos Aires, que se sitúa entre las más ruidosas del mundo y la más ruidosa de Latinoamérica.
La exposición prolongada a ruidos fuertes puede tener consecuencias físicas y mentales graves, como pérdida auditiva, estrés, trastornos del sueño, dificultades de concentración, hipertensión y enfermedades cardíacas. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), la contaminación acústica es uno de los principales riesgos ambientales para la salud pública. Un estudio de la OMS estima que para 2050, cerca de 2,500 millones de personas vivirán con pérdida auditiva, de los cuales al menos 700 millones necesitarán rehabilitación.
Este tipo de contaminación puede ser tanto externa (como el tráfico vehicular, la construcción, actividades industriales) como interna (proveniente de electrodomésticos, mascotas, música, voces humanas, entre otros). La contaminación externa es especialmente difícil de controlar, a diferencia de la interna, que puede gestionarse más fácilmente.
Reducir la exposición al ruido es fundamental. Se pueden implementar soluciones como el uso de materiales aislantes en paredes, techos y suelos, así como el empleo de alfombras y cortinas para absorber el sonido y reducir su eco en el hogar. Además, es importante considerar la ubicación de electrodomésticos ruidosos, manteniéndolos alejados de las zonas de descanso y ocio para minimizar su impacto sonoro.
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