Nos costó concretar nuestra entrevista con una mamá en pleno puerperio, aunque ella nos recibe con su sonrisa amplia mientras acuesta al bebé a su lado. Tenemos asegurada una hora reloj, mientras Lio duerme su siesta. La flamante familia de tres está instalada en su casa de Uruguay, a las afueras de Punta del Este. “Apenas Lio cumplió un mes, en diciembre, nos vinimos para acá y nos vamos a quedar hasta finales de marzo. Aunque una vez al mes viajamos a Buenos Aires, donde está nuestra casa.”, dice Vic y me comenta que cada vez más siente ganas de pasar tiempo en su Uruguay natal. Con un estilo de vida libre y audaz, Vic vivió en varias ciudades del mundo, experimentó con distintos trabajos, y fue moldeando su realidad hasta hoy: dedicada de lleno a su maternidad, trabajando con marcas en su faceta de influencer y siempre explayando su creatividad a través de la moda. Una historia marcada por la trayectoria política de su apellido, la muerte de su padre cuando era una niña, la vida en el exterior y un análisis que anticipaba dificultades para concebir. Todo eso Victoria lo narra con la simpleza de quien trabajó su dolor y hoy encuentra aprendizajes en cada parte de su historia y vive la vida con alegría.
Desde hace un tiempo, la salud, la espiritualidad y el bienestar integral tomaron un rol importante en tu vida, ¿cómo surge ese despertar espiritual? ¿qué rol ocupa en tu vida?
En 2019 estaba viviendo en España y con Manuel decidimos separarnos. No faltaba amor, pero queríamos cosas distintas y fue la primera vez que tomé una decisión madura en mi vida. No quería la toxicidad de querer cosas distintas y tomamos la decisión más dolorosa, pero que era la mejor. Nos separamos y me volví a Buenos Aires. Hacía 5 años que no vivía en la ciudad y fue todo un proceso. Me reencontré con Loha, una amiga que estaba haciendo su profesorado yogui, y aprendiendo mucho de espiritualidad. Me empezó a compartir herramientas como la meditación, vivir el presente, explorar distintas terapias, enseñarme a sentir las emociones y no pasarlas. Con la muerte de mi papá siendo una niña viví emociones muy fuertes y generé una suerte de caparazón para afrontar la vida. Eso me ayudó por mucho tiempo, pero entendí que era momento de procesar esas emociones. Me empecé a hacer cargo de mí y de mi cuerpo, a trasformar mi dolor y trabajar mi sensibilidad. Con Loha armamos un plan grupal de reeducación holística que aborda el bienestar desde distintas perspectivas: alimentación, respiración, limpieza, cambio de hábitos. Estaba en pleno plan detox cuando quedé embarazada…
Tu embarazo llegó a los 37 años, entre consultas preventivas para congelar óvulos, dudas internas y un resultado que arrojaba pocas posibilidades de ser mamá por gestación natural… un tema que interpela a muchas mujeres. ¿cómo viviste ese proceso?
Siempre me sentí muy joven, mi forma de vivir la vida siempre fue muy libre y arriesgada. Me sentía muy bien con mi vida, no me corrían las ganas de ser mamá. Cuando cumplí los 37 años me empezó a preocupar el hecho de que si quería ser mamá –aunque no sea en ese momento– tenía que empezar a pensar en posibilidades. No quería correr a ser mamá por el reloj biológico, nunca en mi vida hice algo por obligación, siempre dejé que las cosas pasaran a su tiempo. Me puse a pensar en la posibilidad de congelar óvulos para si eventualmente quería ser mamá y no podía quedar de forma natural, contar con la tecnología a mi favor. Con una amiga que estaba en el mismo limbo que yo nos pusimos a buscar centros, de los más grandes y conocidos. Apenas llegué me di cuenta que eso que para mí era una decisión tan grande e importante, se manejaba tipo trámite. Yo quería hablar profundo, contarle a la doctora lo que me pasaba, hablar de qué cosas me interpelaban, sacarme dudas, asegurarme que sepa quién soy y cómo es mi historia antes de avanzar… pero todo eso se reducía a completar una planilla. En esa búsqueda encontré un centro más personalizado, me pude explayar y decidí avanzar con el proceso.
Me mandaron a hacerme el estudio de la hormona antimulleriana para ver cómo estaba mi reserva ovárica. El doctor me comentó los valores aproximados y fui a hacerme el análisis de sangre. Cuando me llega el resultado me da 0,2. No entendía, llamé al médico y se queda congelado... Era muy, muy, bajo. La realidad es que se me estrujó el corazón, aún sin estar buscando ser mamá en ese momento. Decidí respirar profundo, no dejar que un resultado aislado me afecte. Quería irme de vacaciones, pensarlo, reconectar conmigo y volver más adelante. En febrero mi amiga me propone hacer un detox antes de volver a hacerme el estudio. Hablábamos de que mis valores seguramente iban a cambiar, no sé si mejor o peor, pero seguro distintos. Cabe recordar que yo fui a hacerme el estudio a fines de noviembre, enloquecida de laburo, sin parar un segundo. En la vorágine de mi vida fui a la consulta, corriendo me hice el estudio, enloquecida levanté los estudios. No estaba zen, ni tranquila. Crear vida no es cosa simple. Hay mujeres que se les da, sí, pero cada contexto y cada persona es distinta. Cuestión que lanzamos el grupo de reeducación holística para volver al eje, lo hice acompañada de otras mujeres, cuidé mi dieta, me desintoxiqué en muchos sentidos y no llegué a hacerme el estudio de nuevo, porque en el medio quedé embarazada. Así fue mi historia.
¿Qué aprendizajes te dejó esa experiencia?
Muchos, pero creo que principalmente la importancia de la conexión con uno mismo. Cuando conté lo del resultado del estudio en redes fue una catarata de mujeres que se sentían identificadas o conmovidas con mi historia y yo trato de incentivar la confianza en nuestro poder como mujeres. Nuestro poder está mucho más allá de lo que podemos descifrar con palabras en este plano. Tu cuerpo tiene que estar bien para crear vida. Es importante ser amorosos con nosotros mismos.
Yo pude ir por ese camino, aprender a confiar en mí. Pero la realidad es que muchas mujeres reciben un resultado como el mío, sin contexto ni contención, y seguramente sea muy duro, se bajoneen, se echen la culpa de la situación. Cuando pasa eso una siente que todo se cae abajo y eso hace que sea aún más difícil concebir un bebé. Tampoco recomiendo poner el foco en el embrazo como resultado, no le hace bien a nadie… sino en preparase, cuidarse, florecer internamente, llenarse de amor.
Hoy en día hay miles de maneras de ser madre y por mi mente jamás pasó la posibilidad de querer y no poder. Mi mente siempre estuvo positiva: si yo quiero ser madre, la vida irá llevando, hay muchos avances de la ciencia y también la opción de adopción. Si el deseo estaba, nada me iba a detener de ser madre.
¿Cómo han sido estos primeros meses de ser familia?
Qué decirte… Estoy fascinada en esta nueva etapa. Nunca pensé que me iba a meter tan de lleno en la maternidad. Desde mi modo de ver fue un upgrade en la vida, una bendición, estoy llena de amor. Lio es un bebé increíble, muy adaptado a nosotros. Acaba de cumplir los tres meses y hemos viajado bastante con él. Tengo muchos cuidados y jamás lo voy a exponer a algo que no quiera, pero voy probando y se viene adaptando bárbaro a nuestras actividades. Obviamente que me adelanto a muchas cosas, los bebés en su primera etapa necesitan seguridad y contención. Como mamá entiendo las necesidades de mi hijo. Es un bebé despierto, alegre, comparte un montón con nosotros. Estoy llena de amor.
La mapaternidad cambia constantemente y nosotros estamos muy dedicados. Durante todo el primer mes estuvimos los dos 100 % en casa. Llevamos una mapaternidad compartida. Lio se siente muy seguro con su papá. Yo laburé toda mi vida, pero sé este es el momento para mí, para mi bebé y para mi pareja. Mi trabajo se tendrá que adaptar a Lio. Cada maternidad es distinta, pero si está esa posibilidad, la recomiendo. Esto genera confianza al bebé.
Se viene Carnaval, una de las fiestas más populares de Melo. ¿Qué significa el Carnaval para ti?
Toda mi infancia –la etapa más linda que un ser humano puede preservar- la viví en Melo. Cada ciudad del interior tiene su festividad y en Melo de las más importantes siempre fue el Carnaval. Cuando mi papá asumió la intendencia puso mucho énfasis. Yo siempre desfilé en las calles de Melo en Carnaval, incluso fui reina. Es una fiesta popular, donde los más humildes se conectan con la felicidad. Es una alegría ver a todo el pueblo celebrando, es maravilloso.
De grande viví en diferentes lugares y cuando intendencias volvieron a prestarle atención al Carnaval empezaron a contratar a figuras y entre ellas empecé a ir como celebridad al propio Carnaval de mi infancia. Para mí es un momento hermoso, la gente en Melo quiere mucho a mi papá, tiene recuerdos de mí de chiquita, es muy especial. Es una festividad que me conecta mucho con mi niña. Este año me lo voy a perder, pero supongo que el año que viene vuelvo con todas las plumas.
Ping pong con Vic Saravia:
- Una película: “El misterio de la Libélula”, peliculón que me marcó un montón.
- Tu lugar en el mundo: Uruguay.
- Un sueño por cumplir: Estoy viviendo mi sueño… pero tengo muchas metas por cumplir, en este momento concentrada en la lactancia.
- Un artista: Amy Lincoln, una artista neoyorquina que amo por su sensibilidad y conexión con la naturaleza.
- Un libro: Cualquiera de Bernardo Stamateas.
Fotógrafo: Ignacio Seijo
Beauty: Martina Campomar
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