Según la OMS, el primer año de la pandemia de COVID-19 trajo consigo un aumento del 25% en los trastornos de ansiedad a nivel global. Antes de eso, en 2019, se estimaba que 301 millones de personas vivían con ansiedad. Y las mujeres cargan con un 67% más de riesgo que los hombres. En Argentina, el panorama no es mejor: los trastornos de ansiedad son los más frecuentes, con una prevalencia de vida del 16,4%, pero apenas el 11,6% de quienes los padecen reciben tratamiento.
“La ansiedad no es mala en sí misma; es un mecanismo de supervivencia que nos mantiene alerta”, explica la Lic. María Lucila León Caeiro, psicóloga de DIM Centros de Salud. “El problema aparece cuando se activa con demasiada frecuencia o intensidad, afectando la calidad de vida”.
La lista es larga y variada: palpitaciones, tensión muscular, sudoración, mareos, sensación de ahogo, pero también pensamientos intrusivos, miedo constante a que algo malo suceda, dificultad para concentrarse y hasta la sensación de “perder la cabeza”. Todo esto puede derivar en insomnio, evitación de situaciones cotidianas y un desgaste físico que impacta en el sistema nervioso, cardiovascular y respiratorio.
El rol de las redes: ¿conectados o más ansiosos?
El celular no ayuda. “La necesidad de mostrarse, pertenecer y estar siempre disponible genera un estado de alerta permanente que profundiza la ansiedad”, advierte León Caeiro. El impacto se siente sobre todo en adolescentes y adultos jóvenes, pero no es exclusivo de ellos.
La especialista recomienda psicoterapia como herramienta principal: “Nos ayuda a identificar pensamientos automáticos que sostienen el cuadro ansioso y a reorganizarlos para mejorar la calidad de vida”. Además, sugiere incorporar hábitos clave:
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Meditación diaria para bajar el ritmo mental.
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Actividad física para descargar tensiones.
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Rutinas saludables y red de apoyo para sostener el proceso.
La ansiedad no desaparece con una fórmula mágica. Pero entenderla, atenderla y darle espacio en nuestras conversaciones puede ser el primer paso para que deje de ser esa pandemia silenciosa que nos atraviesa a todos.
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