En primera persona con Sofía Domínguez

Este año la marca de indumentaria Rotunda cumplió diez años. La familia detrás del proyecto se compone por Sofía Domínguez (directora creativa), Kevin Jakter (CEO) y la reciente llegada de su hijo, Akiva, que acaba de cumplir un año. Antes de que termine el año quisimos conversar con Sofía: la madre fundadora, el ojo creativo, la incansable gestora de proyectos rotundos. La voz tímida que evade a la prensa se sentó a conversar con InfoStyle

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Fotos: Brian Ojeda.

Llego a nuestro punto de encuentro en la calle Otero, atravieso el parque delantero con olor a primavera y me dirijo hacia el café de Rotunda. La instalación vidriada está abierta, completamente integrada al jardín, y en una mesa con mucha luz solar me encuentro con Sofía y Kevin. Distingo más reuniones laborales en otras mesas, donde computadoras y libretas se mezclan con el olor a café y los platos frescos del desayuno. Al fondo asoma la concept store de Rotunda y subiendo las escaleras se encuentra el HQ de la marca.

Sofía me invita a recorrer las oficinas y en el trayecto intento sumergirme en su universo. La estética cuidada de Rotunda está en todo: en la belleza arquitectónica de la casa, en el arte y los objetos, en varios espejos que te invitan a chequear tu outfit y predisponen a la selfie. “Está todo pensado para el mundo azteca”, dice Sofía al pasar. Su humor, ese decir azteca en vez de aesthetic me hace reir y se siente muy Rotunda. 

La casona de Carrasco tiene varias habitaciones donde encontramos a cada área de la organización: administración, gerencia, diseño y comunicación. El equipo de trabajo –o la tribu, como les gusta llamarse– aprovecha el encuentro espontáneo para preguntarle algo a Sofía o comentar cosas al pasar. Para mi sorpresa no encuentro una oficina que pertenezca a su directora creativa y ante mi pregunta ella responde: “Por ahora no tengo oficina. Es un poco esto de la eterna postergación de las madres”, se ríe, y mientras baja las escaleras levanta la mano sujetando su celular: “Yo igual trabajo todo el día con esto”. Es cierto, de su teléfono emerge la amplitud de su mundo laboral. Con esa misma herramienta, a través de su cuenta @soysofsof, la directora de Rotunda narra con sensibilidad pisciana parte de su vida laboral y personal: procesos creativos, el montaje de sus tiendas, el proceso de fecundación in vitro, su faceta espiritual y mucho más contenido que siempre propone con su sentido del humor y un marcado interés por lo visualmente bello.  

Rotunda acaba de celebrar sus 10 años con una mega fiesta, una gran apuesta con temática circense, ¿cómo surgió la idea del concepto? ¿cómo viviste esa noche?

Rotunda trae todo el tiempo propuestas diferentes que abarcan distintos universos: cápsulas, colecciones, productos, y tiendas. Queríamos que la celebración de nuestros diez años pudiera jugar con el universo lúdico de Rotunda. En una reunión de brainstorming con el equipo empezamos a pensar la propuesta para la fiesta. Sabíamos que lo “azteca” y conceptual iba a estar, y alguien mencionó Rotulandia, que es como se llama desde los inicios nuestro grupo de WhatsApp con la tribu, e inmediatamente lo visualizamos. El desafío inmediato fue encontrar proveedores que nos pudieran ayudar a implementar nuestras ideas. Todo fluyó porque el equipo es muy comprometido y son personas apasionadas por su trabajo.

La fiesta, que en principio iba a ser para la tribu (99 personas) pasó rápidamente a una lista de 150 invitados con amigos y prensa. Como nos pasa en muchos procesos en Rotunda, la idea empezó a crecer cada vez más y terminamos con 400 invitados confirmados. Fue un gran éxito. Esa noche me sentí eufórica, emocionada, agradecida. También un poco nostálgica: me hice consciente de todo el camino recorrido.

En el discurso de esa noche hablaron de las alegrías y los desafíos de estos 10 años, ¿podrías contarnos alguna anécdota particular del tras bambalinas rotundo?

Muchas. La noche antes de una de nuestras primeras MoWeek teníamos la mercadería ordenada y lista para salir. Estábamos particularmente bien organizados, teníamos 1000 pares de zapatos que estaban esperando el flete para irse al LATU a la mañana siguiente. Era una pila grande de cajas. Esa noche diluvió, entró agua al depósito y alcanzó a mojar la primera línea de cajas, lo que desestabilizó la torre entera. Cuando llegamos al día siguiente los zapatos flotaban en el agua. En esa anécdota, como en muchas otras, la tribu siempre responde. De ese tipo de anécdotas hay miles. La tribu de Rotunda es lo que me da más orgullo.

Hace un año abrió Otero x Rotunda, ¿cómo surge la idea de unir moda y gastronomía?

Surge inesperadamente. Habíamos tomado la decisión de mudar las oficinas de Rotunda del Centro a Carrasco y estábamos buscando propiedades. Desde la inmobiliaria nos querían mostrar una casa que sabían que nos iba a gustar, pero que estaba fuera de nuestro budget. Apenas atravesamos el jardín de la entrada ya estábamos pensando en cómo hacer para tenerla. Kevin ama el café y siempre fantaseó con tener un café rotundo, como las marcas top internacionales. Cuando vimos esta casa dijimos: es acá. Esta es una casa antigua de Carrasco, típica de balneario, con jardín y un amplio living con estufa a leña. Tenía la particularidad de no tener piscina y contar con un jardín delantero hermoso. Hasta ese momento nosotros nos imaginábamos tres mesas en el pasto con una máquina de café, pero –como todo en Rotunda– la idea empezó a crecer rápidamente. Conocimos a Momo (Jerónimo Sánchez Varela), que traía mucha experiencia en proyectos gastronómicos. Fue claro con su devolución: un café no iba a ser lo más rentable, su recomendación era un proyecto más amplio que abarcara desayunos, almuerzos y meriendas. Nos asociamos y empezamos a trabajar juntos. Rotunda no tenía posibilidades de hacer una inversión tan grande y empezamos a buscar nuevos inversores. Ya veníamos pensando la forma de incluir a la tribu, por lo que les propusimos asociarse. Armamos un proyecto en el que desde USD 300 a USD 3000, ya te convertías en socio. La propuesta se amplió a amigos y familiares, y así reunimos a 27 socios inversores, que hoy son parte de este proyecto. Nunca habíamos trabajado en gastronomía, acabábamos de conocer a Momo, teníamos que hacer obra en la casa y por ende venderle el proyecto al propietario para convencerlo de que nos permitiera operar. Apostamos con todo.

¿Cuánto tiempo pasó desde ese momento hasta que abrió Otero? 

Un año. La obra fue grande porque armamos una especie de cúpula de cristal, una caja de vidrio para potenciar este oasis en el medio de la ciudad. En el proceso de la gestación del proyecto yo estaba embarazada. El día que Otero abrió sus puertas por primera vez, rompí bolsa. 

Dos partos a la vez. La llegada de un hijo a la familia debe haber atravesado transversalmente sus vidas, impactando en todos los niveles, ¿el nacimiento de Akiva provocó cambios en Rotunda?

La maternidad atravesó nuestra vida completamente. Fue un desafío encontrarnos como familia. Kevin estaba al mando de Rotunda, con muchas responsabilidades que le requerían estar acá. Yo solo quería estar con Akiva; pero Rotunda me exigía también. Hay una realidad biológica y cultural: la independencia que los padres tienen y las madres no, se siente, y provoca una especie de celos o rencor. Me tomé mi tiempo, escuché a mi cuerpo, pedí ayuda y a mi ritmo, poco a poco, tuve que aprender a unir los dos mundos. Es verdaderamente muy difícil. Las madres necesitan mucha contención de parte de las empresas. Incluso Rotunda, que la considero una empresa feminista, no tenía sala de lactancia. Hasta que uno no vive la experiencia no lo ve. Un mes después de que fuimos padres pusimos cambiadores en los baños de Otero. Estamos mejor, pero aún falta mucho. 

Me acuerdo que hace muchos años organizamos en Rotunda una tertulia abierta a propósito del 8M. Convocamos a varias mujeres de distintos colectivos para hablar sobre feminismo interseccional. Al terminar, se me acercó una chica y me dijo: “Todo muy lindo, pero no convocaron a una madre”. Hoy la entiendo. Todos los debates, la teoría feminista, el empoderamiento de la madre/mujer/empresaria, el formato de familia patriarcal, todo eso se me cayó arriba de la mesa cuando fui madre. Cuando tenés un cachorro en brazos, entendés el rol de la madre en la sociedad. Ahí uno empieza a valorar el concepto de tribu. Mi madre, mi hermana, mi suegra, me salvaron la vida. Las madres de Rotunda nos ayudan mucho y las admiro profundamente. La maternidad nos desafía todos los días.

Antes de terminar, hablemos de Rotunda fuera de fronteras, ¿cómo fue el lanzamiento de la marca en Estados Unidos? ¿En qué otros mercados se encuentra Rotunda?

Tenemos un local en Paraguay y hace unos meses desembarcamos nuestro e-commerce en Estados Unidos. Es un proyecto muy grande en el que Kevin venía trabajando hace más de dos años con la intención de entrar al mercado español. En ese proceso conocimos a un experto en comercio digital que nos preguntó: ¿por qué Europa y no Estados Unidos, “the big whale”? A partir de eso surgió la posibilidad de asociarnos y abrir Rotunda USA, en un perfil 100 % digital. Es un plan de negocios robusto y ambicioso que nos abrió un mundo nuevo. Rotunda exporta el stock desde Uruguay y allá se distribuye. Empezamos de a poco con zapatos, carteras y algunos tapados, para ir conociendo ese mercado e ir creciendo. Comenzamos desde lo digital pero no descartamos abrir tiendas más adelante. Venimos muy bien, nos abrimos expectantes a ese universo. 

Ping pong:

  • Una película: La vida es bella, de Roberto Benigni
  • Un libro: A nivel espiritual: Una nueva tierra, de Eckhart Tolle. De narrativa: todas las novelas de Ken Follet. 
  • Un miedo: La violencia y la crueldad humana
  • Un sueño por cumplir: Vivir en una chacra con muchos bichos

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