Es una alegría cuando uruguayos se destacan en los mercados más competitivos del mundo.
En InfoStyle ansiábamos conocer más a Caro Sánchez. En su cuenta de Instagram @carosanchhez se presenta con el pabellón nacional; así, sin más. Allí comparte con sus más de cien mil seguidores registros de una vida muy viajada, sus trabajos como modelo, fotos familiares y su profunda conexión con la naturaleza.
Apenas comenzamos la entrevista me descolocó su acento, prácticamente sin vestigios rioplatenses. Mientras charlábamos la veía a Caro traducir internamente conceptos, conjugar las frases como en inglés, desafiarse en encontrar la palabra exacta en castellano. No demoré en comentarlo y ella lanzó una carcajada con su risa magnética. “Es cierto. Después de vivir tantos años en el extranjero, mi acento definitivamente no es uruguayo”. Me confesó que este tema supo frustrarla en un momento, pero ahora, viviendo en Miami, tiene la suerte de estar más expuesta al español. “Aquí la comunidad latina es muy diversa. Mi esposo es de familia cubana, además tenemos muchos colombianos en la familia y siento que mi acento se mezcló con todos”. Me contó que a sus hijos les habla solo en español, ya que el inglés lo aprenderán orgánicamente estando allá. Me prometió que el mate la acompaña a todas partes y que todos sus antojos incluyen dulce de leche. Ahora sí, con la tranquilidad de que tiene la sangre charrúa intacta, nos adentramos a conocer más a Caro Sánchez.
Contanos de tu infancia en Uruguay y cómo fue que comenzaste a dedicarte al modelaje…
Crecí en Los Bulevares, un barrio pequeño y humilde de Montevideo, y luego nos mudamos a Nuevo París. Mi niñez fue alegre y simple, vengo de una familia de trabajadores donde financieramente no abundaba nada. Creo que esto me define fuertemente lo que soy hoy: para mí la cultura del trabajo y la persistencia son valores muy importantes. Mi familia es pequeña, tengo una hermana siete años más chica, por lo que en una etapa de mi niñez también fui cuidadora. Eso también marca mi personalidad: siempre fui muy maternal, incluso antes de tener a mis hijos. Siempre cuento que era un poco tomboy, tengo un tío de la misma edad con el que crecimos muy juntos. Me la pasaba jugando al fútbol en la calle, no tenía para nada interés en la moda o en la estética. Era una niña traviesa, pero con facilidad de aprendizaje. Mis papás siempre se preocuparon en que tengamos actividades extracurriculares mientras ellos estaban en su jornada laboral, por lo que iba a muchos talleres. Siempre tenía actividades: iba a guitarra, música, inglés…
El modelaje llega a mi vida en la secundaria. Una de las coordinadoras de un taller al que iba era modelo. Ella fue la que me recomendó acercarme a alguna agencia. Yo había tenido una experiencia inesperada de modelaje en mi infancia. De niña estaba en una actividad abierta de Anda y un fotógrafo me pidió que sonría y me tomó una foto espontánea con un gorro de la marca. Resulta que la foto terminó en varios lugares, empapelaron Montevideo, salió en el diario y en retribución me dieron cobertura odontológica hasta los 18 años. A partir de todo esto, sumado al comentario de la coordinadora, se me despertó la curiosidad y me puse a buscar en internet agencias de modelos. Mandé fotos a varias y al día siguiente me convocaron. No tenía ningún tipo de referencia de este mundo. Empecé a ir a castings de comerciales de televisión y empecé a quedar en casi todos los que me presentaba.
¿Cómo se dio el salto internacional?
El primer paso fue irme a Buenos Aires donde sabía que iba a conseguir marcas más importantes y también lograr fotos más profesionales. La moda en Uruguay creció mucho y hoy hay mucho potencial, pero en ese momento sabía que necesitaba más calidad para poder conseguir un contrato internacional. Argentina me dio la posibilidad de expandir mi book, de trabajar con marcas más establecidas, para luego enviar ese material a agencias en Estados Unidos. En seguida tuvimos respuesta de tres mercados: Nueva York, Los Ángeles y Miami, y me dieron a mí la oportunidad de elegir a dónde quería ir. Elegí California, sin saber mucho porqué. No conocía Estados Unidos. Me enviaron los pasajes y me dieron alojamiento para ir por unos meses a conocer clientes y probar. Mi perfil era buscado en el mercado por lo que me sirvió mucho. Rápidamente me empezaron a bookear y los clientes me volvían a llamar. Mi objetivo era probar un tiempo en California y después ver, no tenía un plan a largo plazo, pero me fue muy bien y terminé viviendo once años en Los Ángeles. California me trató muy bien, siempre trabajé mucho.
¿Cuáles fueron los hitos de tu carrera como modelo? ¿Qué trabajos memorables se te vienen a la mente?
Yo soy muy viajera y apenas tuve la oportunidad conseguí contratos temporales en otros países. Tuve agencias en todo el mundo: España, Alemania, Reino Unido, Italia, Australia, Francia. Usaba el trabajo como un medio para enriquecerme culturalmente, aprender y crecer como persona. Podría haberme quedado en Los Ángeles y enfocarme únicamente en hacer dinero, pero preferí viajar y experimentar. Viajé a Europa a hacer editoriales para Elle, Vogue o Glamour –que no te pagaban ni cerca lo que podría estar facturando en USA– pero eran experiencias únicas. En las tres capitales de la moda (París, Londres y Milán) me sorprendía el nivel de los grandes fotógrafos, destacados estilistas, maquilladores excepcionales. Su creatividad te deja sin aliento. La calidad de los equipos en Europa es impresionante. Los europeos se dedican a la moda por vocación pura. En Estados Unidos hay gente que prioriza lo económico, aunque no le guste tanto lo que hace. Ver el mundo me dejó ese mensaje: el dinero no siempre es lo más importante.
Trabajé con muchas marcas y muy grandes, pero si tengo que destacar los trabajos memorables son siempre los que recuerdo haberla pasado increíble con el set. No es por el trabajo en sí, sino por la calidad y la conexión con el equipo.
En los últimos tiempos atravesaste muchos cambios al convertirte en mamá, ¿cómo fue esa transición personal?
Siempre quise ser mamá, lo venía deseando hacía mucho tiempo, pero no encontraba a la persona correcta. Ser nómade a nivel laboral hace que sea muy difícil tener relaciones sólidas a largo plazo. Me estaba yendo muy bien a nivel profesional, pero por dentro tenía ese deseo muy grande que no llegaba. ¿Cuándo va a llegar? ¿No me va a pasar?
Cuando conocí a mi esposo implicó un cambio gigante en mi vida. Él vivía en Miami, yo en California. Él tiene una red de amigos y familia en Florida y yo estaba muy sola en California. Seguí viajando por trabajo, pero una vez que estas involucrada emocionalmente ese peso se hace mucho mayor. Embarazada de mi primer bebé definí mudarme a Miami. Definitivamente la maternidad implicó un cambio gigante en mi vida. Cuando una mujer queda embarazada la transición es grande y hay que tomar muchas decisiones en cuanto a profesión, relaciones, incluso en el lugar donde vivís. Son decisiones emocionalmente desafiantes.
En mi caso estaba muy emocionada con mi embarazo, que lo había esperado tanto, pero a la vez estaba dejando un lugar importante para mí. Mi identidad estaba muy atada a mi trabajo, y dejar LA me dolió mucho. Eventualmente pude encontrar el balance, pero sufrí y me llevó unos cuantos meses. Creo que muchas mamás pasan por esto y no se habla lo suficiente: ese proceso que muchas veces implica sacrificar en parte el mundo profesional, a veces mudarse y en esa transición se sienten pérdidas. Es un poco lo que me pasaba a mí. A partir de todo ese proceso personal empecé a pensar en mi proyecto Self Made. Con el tiempo pude cambiar mi mentalidad: ser mamá es un trabajo gigante y agotador, pero también es una fuente de felicidad inagotable y una oportunidad de crecimiento muy grande.
¿Cómo surge y en qué consiste Self Made Collective?
Me empecé a preguntar qué quería hacer en esta nueva etapa, qué me haría sentir orgullosa y qué cosas necesito yo que tal vez otras personas también. Yo estaba atravesando una transformación muy grande y me estaba costando encontrar espacios donde conectar con personas. Tenía grupo de amigos, grupos de mamás, etc, pero no encontraba espacios integrales donde hablar de cómo me sentía emocionalmente, de trabajo, de ideas creativas, de proyectos de negocio. Self Made es un proyecto que surge egoístamente ante mi búsqueda de tener un espacio donde conectar con otras personas y explayarnos creativamente. Quise crear un espacio donde conocer gente que inspira y donde compartir libremente ideas. Quién sabe: tal vez allí conocés nuevas amigas, tu futura socia, o mujeres que te puedan asesorar profesionalmente. Las personas que están en esta comunidad están para ayudarte a manifestar tus ideas y ayudarte a salir de tu zona de confort.
La idea era lanzarlo en Miami, pero mientras estábamos proyectando la inauguración me di cuenta de que estaba a punto de viajar a Uruguay y que podía hacer una especie de prueba piloto allá. Hay locaciones paradisíacas en Uruguay, conozco mucha gente linda y me puse a hablar con Mica Pichniy, que es amiga e instructora de yoga, también me reconecté con Ro San Juan –que es productora, una de las que me dio las oportunidades más lindas en el inicio de mi carrera, genia en la moda en Uruguay–, nos pusimos a buscar locaciones y en menos de un mes organizamos el primer evento en José Ignacio. Fue un encuentro muy orgánico, la energía de las invitadas fue muy inspiradora.
¿Cómo se proyecta Self Made en 2025?
Me estoy enfocando en hacer todo muy propio, regalar un pedacito de mí a quienes asisten a los encuentros. No busco algo masivo ni comercial, sino que se vaya expandiendo orgánicamente. Self Made está basado en el bienestar integral, en generar conversaciones honestas y orgánicas con personas inspiradoras. Es un espacio donde crear vínculos humanos, me interesa cultivar esas relaciones a largo plazo.
La idea de los eventos presenciales es comenzar en movimiento –conectar cuerpo y mente– y luego hacer una instancia donde las invitadas se puedan presentar y vincular, hablar más de temas emocionales y terminar con distintos talleres vinculados al bienestar general: emocional, físico, financiero, hormonal... escuchar a profesionales expertos. En principio proyectamos hacer un evento al mes, muy específico, y también hacer encuentros virtuales donde nos tomamos un vinito o un café y hablamos con una invitada que tenga algo para aportarnos a nivel personal y profesional.
La idea es que siga siendo a través de invitación o “by referal only”, no para hacerlo exclusivo o inalcanzable, sino porque quiero cuidar mucho la energía de las personas que conforman la comunidad. No descartamos más adelante abrir un sistema de aplicaciones. Me interesa estratégicamente armar grupos que eleven.
Aún estamos desarrollando el proyecto, la identidad de marca y su modelo de negocio. En un momento pensé en que se forme una membresía, o incluso que la financiación sea por parte de los sponsors y las locaciones. Las mujeres no tienen tantos espacios donde se las reciba con tanto amor y libertad para que se expresen y esa es mi idea para la marca.
Ya estoy desarrollando el segundo y tercer evento en Uruguay, quiero expandir la comunidad. No estaba en mis planes seguir desarrollando Selfmade en Uruguay, pero después de la primera experiencia tengo muchas ganas de seguir creciendo. Cuando uno crea una marca hay muchas ideas y vueltas. Por ahora estoy pensando en Miami y Uruguay, por el vínculo personal que tengo con cada lugar, pero creo que se puede expandir más. Estoy muy abierta a lo que pueda surgir.
Ping pong con Caro Sánchez:
- Un hábito: Educarme. Todos los días estoy intentando aprender algo nuevo.
- Rutina de entrenamiento: Pesas. A partir de cierta edad, las mujeres tenemos que preocuparnos por nuestra masa muscular.
- Un libro: Loving what is, de Byron Katie
- Signo: Tauro. Soy muy tranquila pero no me hagas enojar.
- Un destino por explorar: India.
Tu opinión enriquece este artículo: