En primera persona con Alfredo Ghierra

(Por Agustina Amorós) El artista montevideano Alfredo Ghierra viene trabajando hace décadas por su ciudad. Desde 2010 lleva a cabo su proyecto Ghierra Intendente, una performance artística en clave política y apartidaria, donde se postula como intendente e invita a de artistas, arquitectos y diseñadores a pensar y proyectar la ciudad. Ha expuesto a nivel nacional e internacional. Para las elecciones municipales de este año, su campaña se presentó en cines a través de “Montevideo Inolvidable”, una película documental que denuncia la destrucción del patrimonio arquitectónico y abre una pregunta que se nos hace cada vez más urgente: ¿por qué es tan difícil proteger nuestro patrimonio?

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Llego expectante a la casa de Alfredo Ghierra y no me sorprende tocar timbre en una casa que tiene más de 100 años. Se abre la puerta y Alfredo me recibe junto a un vitraux alucinante, recorremos su estudio –con preciosos pisos de mosaico, repleto de libros y arte–. Saludamos a Coco, su gato, y nos ubicamos en la cocina con vista a lo que a él le gusta llamar “su jardín tropical”. Con café mediante conversamos a propósito de su película “Montevideo Inolvidable”, que ya cumplió la octava semana en cartel y se sigue exhibiendo en varias salas, algo inusual para los documentales de producción nacional. Su película es una declaración de amor a la belleza de nuestra ciudad y también una denuncia del daño irreparable de la demolición violenta que se viene haciendo hace décadas a construcciones de altísimo valor arquitectónico. Como buen hecho artístico nos obliga a cuestionarnos, nos abre a más preguntas sobre las consecuencias la anulación de la memoria urbanística. Pero más allá de la denuncia, el proyecto artístico de Alfredo en su conjunto es, a mis ojos, una invitación a redescubrir Montevideo, a hacernos conscientes de la riqueza patrimonial de nuestra ciudad, a caminar mirando hacia arriba, a hacer el ejercicio de ver el potencial de las construcciones que con tristeza están sucias, venidas a menos y en muchos casos en peligro de demolición. Te prometo que si aceptás esa invitación vas a empezar a ver otra Montevideo: una mucho más bella, única e interesante. En nuestra ciudad aún resisten joyas patrimoniales por descubrir: cúpulas, arcos, ventanales, rejas ornamentales, frisos, vitrales, cariátides, figuras geométricas y florales, y así, casi sin notarlo, uno se vuelve un observador activo de su ciudad, porque para protegerla, primero, hay que aprender a valorarla. 

¿Cuántos espectadores vieron “Montevideo Inolvidable”?

Estamos en la octava semana y creemos que ya se superaron los 10.000 espectadores.

Según los distribuidores de la peli, Bruna Morosini y Pablo Núñez, que se dedican a películas nacionales, dicen que no suele pasar esto. Ha estado en salas de Montevideo que según me dijeron nunca estuvo una película documental uruguaya, como en Life Cinemas Tres Cruces. Durante semanas fuimos la película más vista, después de Minecraft. 

Podríamos decir que la película es una continuación de Ghierra Intendente. ¿De qué se trata tu proyecto?

Como artista Montevideo ha sido mi tema central, mi obsesión, en el buen sentido de la palabra. Es la ciudad que me vio nacer y que me formó, le tengo un cariño enorme. Por otro lado, soy muy crítico de ciertas situaciones que se dan con la arquitectura de la ciudad. Hay mucho desconocimiento, hay maltrato, hay ignorancia, de la sociedad en su conjunto y del sistema político en particular. Como no se identifica esto como un problema, entonces tampoco se proponen soluciones. Este problema viene de hace muchos años y como artista lo he abordado de distintas maneras. Empecé dibujando Montevideo, hice libros de fotografías de la ciudad, a partir del 2010 empecé hacer las exposiciones de Ghierra Intendente, en donde me comporto como un candidato a la intendencia. No me podés votar, pero sí copiar las cosas que presento. Las propuestas han sido desde proyectos muy concretos, a puntos de vista o miradas más poéticas. Hacemos que las exposiciones coincidan siempre con las elecciones municipales. Para el 2025 estábamos en pleno proceso de la producción de “Montevideo Inolvidable”, por lo que decidimos presentar la película como parte de Ghierra Intendente. Creo que parte del éxito que tuvo es porque coincidió con la campaña electoral, ya que la película se metió en la agenda. Escuché a muchos periodistas preguntando a los candidatos si habían visto la película. El tema llegó a la política departamental. Lo bueno es que noté un cambio en esta campaña. Todos tenían en sus equipos un referente en temas de patrimonio y arquitectura. 

¿Cuál creés que es el cambio más urgente que necesita Montevideo?

En los temas que me interesan lo primero es la coordinación para atacar los problemas del espacio público montevideano. Tener un protocolo de actuación conjunto. El espacio público puede ser o de todos, o de nadie. Estamos en un momento en el que el espacio público montevideano parece ser de nadie. Esto se debe a innumerables problemas, el más grave de todos es el sinhogarismo, las personas que viven en la calle, que no tienen un refugio adónde ir cuando cae la noche. Es algo que rompe el corazón y es atroz. Es un tema que por lo que veo no está siendo atacado ni por el gobierno nacional, ni por la intendencia, entonces termina siendo algo a resolver entre el vecino y la persona en situación de calle… creándose una situación muy delicada. 

Lo segundo, es hacer un redescubrimiento de qué es lo que Montevideo tiene a nivel arquitectura. Hay zonas que están en muy mal estado, pero si se hace un ejercicio de imaginación y lográs correr los carteles, imaginarlo sin la suciedad, sin el taggeo, vas a encontrar que hay construcciones alucinantes. Empezar por eso. Hacer un gran inventario de la ciudad. Una catalogación para entenderlo de forma integral.

¿Por qué Montevideo es tan rica a nivel patrimonial? 

Tenemos una historia breve, la ciudad está cumpliendo 300 años. Lo patrimonial no tiene que ser necesariamente egipcio. Quiero decir, no depende tanto de qué tan viejo es, sino que tiene más que ver con la calidad y la unicidad de lo construido. Montevideo une las dos cosas: una breve historia, con una gran cantidad. Eso la hace única. 

Pensemos que, durante el primer siglo de Montevideo, la ciudad estuvo circunscripta a las murallas de la Ciudad Vieja. Cuando se independiza, la ciudad empieza a ensancharse, pero viene la Guerra Grande y la ciudad queda durante años sitiada por el ejército de Oribe en la zona que hoy es La Unión, que se llamaba Villa Restauración. Eso explica por qué esa parte de la ciudad es casi tan vieja como la Ciudad Vieja. Cuando termina la guerra y se firma el armisticio, la ciudad empieza a crecer y engloba a La Unión. Lo mismo pasó a barrios como Paso Molino o Villa Cosmópolis, lo que hoy es El Cerro. Luego vinieron los balnearios. ¿Por qué Pocitos tiene casas antiguas? Porque ya hace 120/130 años que la gente construye casas en Pocitos para veranear. Lo mismo pasó en Carrasco o el Prado. Eso nos da construcciones valiosas prácticamente por todo el territorio. Es por eso que Montevideo no es la típica ciudad europea, con un casco antiguo muy consolidado, y luego nada de riqueza patrimonial. Montevideo tuvo esa génesis mucho más orgánica, que la hizo rodearse. No podemos cuidar solo el Centro o Ciudad Vieja, tenemos construcciones valiosas desperdigadas por toda la ciudad.

Después de 1851, que terminó la Guerra Grande, empiezan a venir una oleada de miles y miles de inmigrantes principalmente de italianos, españoles y franceses. La sociedad en poco tiempo se multiplicó por diez. Hacia 1900 el 30 % de la población de Montevideo no hablaba español. La corriente migratoria obligó a lotear el territorio rápidamente. De 1850 a 1950 fue el siglo dorado de la arquitectura de Montevideo. Se construyó mucho a nivel público y privado. Entre finales del siglo XIX y el XX, Uruguay fue uno de los países más ricos del mundo, se construían cosas alucinantes. Había dinero para hacer lo que quisieras. 

Llegó el Art Nouveau, un estilo muy refinado, muy caro de hacer, ya que requiere de muchos artesanos, ebanistas y vitralistas. Fue un estilo que duró y se hizo muy poco en el mundo, sin embargo, en Montevideo hay muchísimo... Bastardeado. Contaminado. Transformado. Pero hay. Son vestigios valiosísimos. Luego vino el Art Decó, muy usado en América, de norte a sur. Las expresiones en Montevideo, que siempre fuimos más austeros, son infinitas. Van desde el Palacio Díaz, hasta la arquitectura náutica. Y así con infinitos estilos. Hay que levantar la mirada, investigar, preguntar. Porque una vez que esto desaparezca, no vuelve más. 

Cada vez hay más conciencia de la pérdida de patrimonio arquitectónico. ¿Existen casos que gracias a acciones de la sociedad civil se haya detenido una demolición?

Sí, recuerdo en 2015 que iban a demoler una casa en la calle Marco Bruto del arquitecto Peyrou, la casa Martínez. Yo trabajé en audiovisual muchos años como director de arte y esa casa era muy usada como locación, porque representaba los años 60 como ninguna otra. La iban a demoler. Hicimos un ruido bárbaro, nosotros y varias agrupaciones más. Fue una acción conjunta de la sociedad organizada. Tuvimos la suerte de contar con el apoyo de Facultad de Arquitectura, que no es tan común que se acople. Habíamos hecho hasta una especie de cadena humana para protegerla y lo logramos, no se demolió. Otras corrieron otra suerte. 

¿Qué pasaría con Montevideo si continuamos demoliendo nuestro patrimonio arquitectónico?

Pensemos en las personas. ¿Qué le pasa a la gente cuando pierde su memoria? Es muy duro, se pierde la identidad. Pensarlo así lo vuelve más gráfico. Es grave. Por eso la película está pensada desde la gente. No estamos hablando de salvar casas, sino de salvar la memoria. Nuestra memoria colectiva. 

Ping pong con Alfredo Ghierra:

  • Un libro: Las ciudades invisibles, de Ítalo Calvino
  • Un director de cine: Visconti
  • Un referente: María Freire. Era tía de mis primos y gracias a ella desde niño supe que ser artista era una posibilidad.
  • Un hábito: Estar en el jardín todo lo que puedo
  • Tu lugar en el mundo: Montevideo y Bella Vista

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