En primera persona con Agnés Lenoble

(Por Agustina Amorós) La uruguaya Agnés Lenoble (28) viene construyendo una sólida carrera como diseñadora. Su marca homónima tiene más de una década trabajando en diseño de moda y accesorios a partir de un negocio que es en esencia familiar, ya que involucra a su mamá y sus hermanas. Con cuatro tiendas establecidas en Uruguay, la novedad de inaugurar local en José Ignacio, puntos de venta en Miami y Madrid y una web con envíos a todas partes del mundo; su negocio no para de crecer en el mercado nacional e internacional. En InfoStyle quisimos conversar con la diseñadora que lleva la marca país a cada una de sus prendas. 

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Nos conectamos para esta entrevista virtual y Agnés me recibe vestida con un buzo de lana artesanal, el pelo suelto y su amplia sonrisa. Está en su casa, donde vive junto a su esposo Santiago Azambuja, médico traumatólogo. Una casa de dos apasionados por su trabajo. Llevan más de una década de relación y hace dos años se casaron y se mudaron a esta casa que decoraron a su gusto. El interiorismo tiene una marcada identidad local y se destaca una importante obra del artista uruguayo Ignacio Amorim. 

Si bien la entrevista fue a Agnés a propósito de la marca que lleva su nombre, sus respuestas fueron en plural. Es que las hermanas Lenoble funcionan como un todo indivisible y su madre, Ana Arocena, es la voz experiente que dirige el negocio que reúne a las cuatro marcas de la familia: Actitud Sur, Pur Classique, Agnés Lenoble y Sierra Mora.  

En esta charla íntima con InfoStyle, Agnés nos cuenta la historia familiar, su infancia en Carrasco, su vínculo con el campo uruguayo, las tejedoras del interior del país, su proceso de formación y el presente del expansivo negocio familiar. 

Contame de tu infancia. 

Somos cuatro hermanas (yo soy la tercera) y nacimos muy seguidas: Ana Elena (32), Victoria (30), después vengo yo (28), y por último Alexa (27). Nos criamos muy a la par, mis hermanas nos iban marcando el camino y la realidad es que crecí en un ambiente muy alegre, siempre rodeada de amigas y familia. 

Mi padre tiene un campo en Solís de Mataojo y se dedica a la ganadería. Desde muy chica el campo es un refugio donde acudimos para estar en familia y descansar. 

Mi mamá junto a sus hermanas exportaba buzos de lana tejidos en Uruguay a una tienda en Bélgica. Desde muy chica veía a mi mamá trabajar con tejedoras del interior del país, mantener buena relación con cada taller y proveedor. Con mis hermanas de alguna manera repetimos la historia de mamá. Mi madre trabaja con nosotras en la empresa, es la más experiente y nos dirige a nosotras cuatro. Estamos muy agradecidas de tenerla en ese rol.

Vivimos toda la vida en la misma casa familiar en Carrasco, la casa hoy se transformó en tienda, local y oficinas. Todo empezó con alguien que se clavaba una tijera cuando se sentaba en el sillón y de a poco la tienda fue ganando más y más terreno. Ver esa transformación fue muy lindo.

¿Dónde cursaste tu educación primaria y secundaria?

Con mis hermanas pasamos por varios colegios. De chiquitas fuimos al British, pero en un momento fue económicamente complejo de sostener y nos cambiamos de colegio. Siempre le digo a mi mamá que es una genia, porque nunca nos transmitió el cambio como algo negativo sino como una oportunidad. Nos involucró a nosotras en la decisión y nos lo vendió tan bien que disfrutamos mucho el proceso. Fuimos tres años divinos a La Mennais. Buscando un mejor nivel de inglés, después nos volvimos a cambiar, e hicimos tres años en Los Pilares. El bachillerato lo cursamos en el PREU. 

Cuatro instituciones educativas distintas antes de la vida universitaria, eso seguramente te dio muchas herramientas para la vida…

Sin dudas. Cada colegio es un mundo. Me gusta pensar que me llevé lo más lindo de cada uno. Me dio muchas herramientas: no temer a los cambios, saber adaptarme, aprender a vincularme, socializar y hacer amigos en todas partes. Obviamente al caer en patota con mis hermanas se nos hizo todo mucho más fácil… Lo volvería a elegir, rescato cosas positivas de todas las instituciones a las que fui. Tengo amigas de distintos ámbitos y lugares.

¿Tenías claro que querías dedicarte a la moda?

Soy muy curiosa y me interesaba el mundo en el que se movía mi mamá, pero al momento de decidir qué carrera estudiar me fui por lo tradicional. Hice tres años de arquitectura en la Universidad de la República. En mi familia me apoyaban en cualquier camino, pero sentía que era la opción académica más “formal” que tenía vinculación con el arte. Durante esos años empecé a hacer mis propios accesorios y me fui dando cuenta que no me imaginaba trabajando como arquitecta. Empecé a tener muchas dudas de qué hacer con la carrera. Pedí muchos consejos y recomendaciones, ¿qué hacer? ¿Terminar arquitectura y que el diseño sea un hobbie? ¿o cambiar definitivamente de carrera? ¿volver a empezar? Quería vivir de lo que me apasionaba, mi objetivo era poder hacer de lo que me gusta un negocio. Así fue como tomé la decisión de cambiar de carrera y empecé diseño de indumentaria en la escuela de Pablo Giménez. Él es muy visionario, muy vanguardista y contemporáneo en el mundo de la moda. Ya en paralelo estaba trabajando con accesorios. Hacía caravanas que mi hermana más grande –que es muy comercial– se las llevaba a su trabajo para vender. Desde el inicio la familia estuvo involucrada.