Desde el momento en que entramos al lobby, nos envolvió una atmósfera de elegancia discreta. Los paneles de madera, el mármol y el bronce que adornan el espacio conviven armoniosamente con la alfombra de diseño cristalino que cubre el suelo, mientras una majestuosa lámpara de araña ilumina el ambiente. La atención al detalle en cada esquina, desde los acabados hasta los muebles, es un verdadero reflejo del lujo moderno: no estridente, sino sutil y cuidadosamente pensado.
Uno de los lugares más memorables fue, sin duda, La Galerie. En ella, la naturaleza está presente a través de candelabros en forma de ramas y cojines bordados a mano con motivos florales, un guiño a La Cour Jardin, el encantador jardín interior del hotel. Aquí, bajo sus luces suaves y sus tonos plateados, el arte de la hospitalidad alcanza su máxima expresión.
Nuestra cena en Le Relais Plaza fue otro punto culminante. Esta brasserie, que data de 1936, mantiene su carácter Art Deco pero con toques de modernidad, como la pantalla de la lámpara y el mobiliario actualizado en 2014. La reciente ampliación del bar fue la excusa perfecta para disfrutar de unos cócteles mientras nos deleitamos con el ambiente de este espacio, que nos hizo viajar en el tiempo sin dejar de sentirnos en el presente.
Al visitar La Cour Jardin, pudimos apreciar cómo se transforma en función de las estaciones: en verano, con sus geranios y camelias en flor, y en invierno, cuando se convierte en una pista de patinaje de casi 100 metros cuadrados. Sin importar la temporada, este jardín es un espectáculo para los sentidos, gracias a la labor del arquitecto paisajista Olivier Riols y el toque final de Moinard.
En Salon Organza, diseñado con inspiración de alta costura, la armonía entre las alfombras y los muebles de ‘La Galerie’ y ‘La Cour Jardin’ es palpable, creando un espacio perfecto para eventos sofisticados, mientras que el Salón Haute Couture, con sus siete candelabros y una alfombra roja que deslumbra, se presenta como el lugar ideal para celebrar ocasiones especiales.
Finalmente, las habitaciones y suites también han sido renovadas bajo la dirección de Marie-José Pommereau, quien ha sabido combinar tradición y modernidad a través de tonos peonía, amarillos y plateados en las paredes, y telas de lujo como sedas y damascos que adornan las ventanas y camas. En nuestra suite, ubicada en uno de los pisos superiores rediseñados por la agencia Moinard y Béteille, nos sorprendió un toque contemporáneo en perfecto equilibrio con el estilo Art Deco del edificio.
Nuestra experiencia en el Hotel Plaza Athénée fue, sin lugar a dudas, inolvidable. Cada espacio, cuidadosamente renovado, sigue siendo testigo de una rica historia mientras nos recuerda que el verdadero lujo no está en lo extravagante, sino en los pequeños detalles que nos conectan con el pasado y nos preparan para el futuro.