Gordon ha sido el cerebro detrás de la casa Carolina Herrera desde 2018, y su enfoque fresco y juvenil ha revitalizado la marca, manteniendo a la vez la elegancia clásica que siempre ha definido a Herrera. Durante nuestra conversación, me habló sobre cómo equilibrar el respeto por la herencia de la marca con la necesidad de innovar. "No se trata de reinventar, sino de evolucionar", comentó mientras señalaba uno de los bocetos que había estado trabajando esa misma mañana. "Cada colección es una oportunidad para explorar algo nuevo, sin perder de vista lo que hace a Herrera especial".
A medida que conversábamos, me di cuenta de que su enfoque va más allá de la moda; Gordon es un narrador. Me habló de cómo su amor por el arte y la cultura siempre lo han influenciado, y cómo cada prenda es un reflejo de esas inspiraciones. "Siempre estoy buscando ese equilibrio entre lo romántico y lo moderno", explicó. Y no puedo evitar pensar que esa misma dicotomía es lo que ha hecho de su trabajo algo tan distintivo.
Hablar con Gordon a solo días de la presentación de la colección Primavera '25 en la New York Fashion Week fue un privilegio. Mientras me mostraba algunas piezas seleccionadas del desfile, fue imposible no emocionarme con lo que vendría. "Esta colección está inspirada en los grandes jardines europeos", me dijo con una mirada soñadora. "Quería capturar la feminidad, la frescura, y la grandeza que siempre han sido parte del ADN de Carolina Herrera, pero con una visión más moderna y atrevida".
Me habló de los colores que dominarían la pasarela: rosa, rojo, y el iconico amarillo herrera. Las texturas, según me adelantó, serían un deleite visual: seda fluida, organza estructurada, y detalles bordados que recuerdan a las flores en plena primavera. "Quería que cada pieza contara una historia, como si estuvieras caminando por un jardín secreto donde cada flor tiene su propio lenguaje", explicó.
Gordon es conocido por su meticulosa atención al detalle, y esta colección no fue la excepción. "La moda es un espectáculo visual, sí, pero también emocional", dijo mientras acariciaba la manga de uno de los vestidos. "Cuando una mujer usa Carolina Herrera, quiero que se sienta poderosa, pero también ligera, como si estuviera flotando".
El día del desfile, esa visión se hizo realidad. Desde la primera fila, pude presenciar cómo los diseños de Gordon se movían con una fluidez casi etérea, mientras las modelos caminaban por la pasarela. Cada conjunto parecía más audaz que el anterior, pero siempre con ese toque de romanticismo que define a Carolina Herrera. Las capas flotantes y las faldas voluminosas capturaron la esencia de la primavera en todo su esplendor, y el cierre del show, con un espectacular vestido de gala bordado con flores, fue una oda a la naturaleza.
"El desfile de este año es una celebración de la vida, de la belleza que nos rodea", me dijo Gordon tras bambalinas, justo antes de que se cerraran las cortinas. Y mientras las luces de la pasarela se apagaban, quedé convencida de que Wes Gordon, una vez más, había logrado lo imposible: mantener viva la elegancia intemporal de Carolina Herrera, mientras la impulsaba hacia el futuro con una visión renovada.