La velada comenzó con una alfombra roja comandada por Agustina Casanova, quien recibió a un desfile de personalidades que parecían salidas de una fiesta veneciana de lujo pero en clave porteña. Allí estuvieron Pampita, Nicole Neumann, Soledad Pastorutti, Panam, Débora Plager, Coty Romero, Floppy Tesouro, Ailén Bechara, Sofi Macaggi, entre tantas otras figuras que se sumaron a una noche en la que moda, performance y espectáculo se abrazaron sin vergüenza.
Y como si fuera poco, la fiesta no terminó con el último look de pasarela: el Palacio se transformó en un auténtico baile contemporáneo gracias a la DJ Puli de María, que puso a todos a bailar con beats electrónicos en un escenario que respiraba historia.
La colección: máscaras, misterio y mucho drama
Saud llevó a la pasarela una propuesta escénica y simbólica que exploró la teatralidad de los bailes de máscaras. Treinta modelos recorrieron el salón en diseños que combinaban bordados artesanales, tules, cristales, piedras y canutillos aplicados a mano. Hubo dorados, plateados, rosas, bordós, verdes profundos y azules intensos, una paleta que jugó con lo clásico y lo inesperado.
El vestido estrella fue un rojo encendido con recortes audaces en zonas inesperadas. Una pieza que no solo reinterpreta la silueta femenina, sino que también dejó en claro la impronta de Saud: sensualidad, fuerza y teatralidad en dosis exactas.
“Esta propuesta explora el poder de las máscaras y el juego de identidades, celebrando a la mujer en todas sus facetas”, contó la diseñadora al finalizar el desfile, aún con la emoción de ver al público ovacionando.
Marian Saud no se queda en la superficie. Sus creaciones respiran su herencia sirio-libanesa, el amor por lo artesanal y una mirada contemporánea que convierte cada prenda en joya textil. Sus vestidos no son solo vestidos: son piezas con contenido, con una historia que se teje puntada a puntada.
La mujer Saud es segura, magnética, apasionada y femenina. No sigue tendencias, las inventa. Y eso quedó claro en este Masquerade Dance Ball, donde cada diseño parecía susurrar un secreto distinto desde la pasarela.
Con un ojo puesto en la escena internacional y otro en mantener vivo el arte del oficio, Saud confirma que la moda puede ser más que apariencia: puede emocionar, empoderar y trascender el tiempo.