El estrés afecta a las personas diariamente: preocupaciones en el trabajo o en la vida privada muchas veces despiertan una sensación de tensión que impacta directamente en su cuerpo.
Un aspecto que a menudo se pasa por alto entre las consecuencias del estrés, es el impacto que tiene en la piel. Sin embargo, existe un vínculo estrecho entre ambos.
Una de las principales consecuencias del estrés es la exacerbación de condiciones preexistentes a nivel cutáneo, como el acné. Es que el estrés —además de debilitar la barrera protectora de la piel—, puede desencadenar una respuesta inflamatoria en el cuerpo, lo que provoca brotes y empeoramiento de afecciones como la mencionada.
Pero además, el estrés puede contribuir al envejecimiento prematuro de la piel.
Cuando una persona está bajo estrés, el cuerpo libera hormonas que pueden dañar el colágeno y como consecuencia la piel se vuelve más flácida: comienzan a aparecer líneas finas y arrugas pronunciadas.
Ahora bien, afortunadamente existen medidas que se pueden tomar para prevenir y reducir los impactos del estrés en la piel.
- Cuidado de la piel: mantener una rutina de cuidado de la piel adecuada que incluya limpieza, hidratación y protección solar.
- Alimentación equilibrada: una dieta saludable y equilibrada puede ayudar a fortalecer la salud de la piel. Se recomienda consumir una variedad de frutas, verduras, y proteínas tanto magras como grasas y limitar el consumo de alimentos procesados.
- Actividad física regular: el ejercicio no solo es beneficioso para el bienestar general, sino también para la salud de la piel dado que ayuda a mejorar la circulación sanguínea, lo que promueve una piel más radiante y saludable.
Si el estrés está afectando negativamente la salud mental de una persona, lo recomendado es buscar apoyo de un profesional de la salud.