¿De qué va? Sumida en un destino que no elige, Leni acompaña a su padre, el reverendo Pearson, en su misión evangélica. El auto se rompe obligándolos a detenerse en el taller mecánico del Gringo, un hombre en las antípodas de la fe que vive junto a Tapioca, un adolescente bajo su tutela. Las horas se demoran bajo una tormenta que se avecina y el reverendo se obsesiona con salvar el alma de Tapioca.
Leni ve en el poder que Pearson ejerce sobre el joven, ecos de su propia historia. Lo enfrenta por primera vez, intuyendo que su vida comenzará en ese preciso instante, asumiendo su destino.
La película dura 94 minutos y, a diferencia de lo que suele pasar con todo en nuestro bendito país, se hace corta. Según explica la propia Paula Hernández, El Viento que Arrasa “es una road movie en el umbral de una tormenta. Un viaje de un padre enceguecido por la fe y de una hija adolescente que intenta quebrar un destino que parece ineludible: ser ladera de un fanático, ser hija sin casa, sin madre, sin memoria. Ser mujer atrapada entre estereotipos religiosos”.
Esta premisa nos lleva a estar junto a los personajes arriba del auto, siendo testigos presenciales del tórrido vínculo familiar que se mueve entre un complejo de Edipo y el rechazo visceral pero, sobre todo, a hurgar en el difícil proceso de decidir si aceptar las cosas como son o jugársela y que sea lo que dios (?) quiera.
La película se puede ver en Cinemateca, Life Cinemas, Sala B, salas del interior del país, es distribuida por la uruguaya Cimarrón y su realización fue posible gracias a el apoyo del Instituto Nacional del Cine y Artes Audiovisuales (INCAA), Agencia de Cine y del Audiovisual (ACAU), Programa Uruguay Audiovisual (PUA), Fondos de Incentivo Cultural (FIC), y Programa Ibermedia.
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