El bruxismo no tiene una sola causa, pero los principales culpables suelen ser el estrés y la ansiedad. Es como si tu cuerpo decidiera canalizar toda la tensión acumulada en tu boca. Sin embargo, hay otros factores que pueden influir:
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Estrés y ansiedad: la tensión emocional hace que tu mandíbula se active en modo "apriete extremo" sin que lo notes.
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Mala alineación dental: si la mordida no está bien equilibrada, los dientes pueden encajar de manera forzada.
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Trastornos del sueño: insomnio, apnea y sueño poco profundo pueden estar relacionados.
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Factores genéticos: si en tu familia hay casos de bruxismo, hay chances de que también lo desarrolles.
Afecta a adultos y niños por igual, aunque en los más pequeños suele ser una fase temporal relacionada con el crecimiento dental.
El problema del bruxismo es que muchas veces pasa desapercibido, pero hay señales que pueden ayudarte a detectarlo:
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Desgaste dental: si notás que tus dientes están más cortos o sensibles, puede ser una señal de alerta.
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Dolor de cabeza y mandíbula: la tensión excesiva en los músculos faciales puede derivar en molestias diarias.
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Problemas de sueño: despertares frecuentes o descanso poco reparador.
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Dificultades para abrir y cerrar la boca: el uso excesivo de la musculatura mandibular puede afectar su movilidad.
¿Se puede tratar? Claro que sí!
Si sufrís de bruxismo, no estás condenado a vivir con dolor. Hay varias soluciones para reducir sus efectos:
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Placas de descarga: estas férulas personalizadas protegen los dientes y reducen la presión en la mandíbula.
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Ejercicios de relajación: yoga, meditación y técnicas de respiración pueden marcar la diferencia.
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Masajes faciales: aplicar suaves masajes en la mandíbula ayuda a liberar tensión acumulada.
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Fisioterapia y terapia miofuncional: especialistas pueden recomendar ejercicios específicos para fortalecer y relajar la zona.
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Tratamientos odontológicos: si la mordida es el problema, la ortodoncia puede ser la solución.
Para evitar que el bruxismo siga haciendo de las suyas, incorporá estos hábitos saludables:
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Reducí el consumo de cafeína y alcohol, que pueden aumentar la tensión muscular.
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Evitá morder objetos duros (sí, también las uñas!).
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Practicá métodos de manejo del estrés, como respiración profunda o mindfulness.
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Hacete chequeos odontológicos periódicos para detectar y tratar cualquier problema a tiempo.
El bruxismo no solo puede afectar tu sonrisa, sino también tu calidad de vida. Si sospechás que podrías estar apretando los dientes más de lo debido, consultá con un especialista para encontrar la mejor solución. Y recordá: tu boca merece un descanso tanto como vos!
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