Una calle cortada, un universo paralelo montado con escenografía de otro planeta, y una consigna clara: si no venís con ganas de jugar, mejor ni entres. La diseñadora y el artista plástico más lúdico de Argentina unieron fuerzas y ADN para crear una colección que no solo se viste: se vibra.
Entre las estampas psicodélicas y los cortes con personalidad, el espíritu de Edgardo Giménez encontró en Jazmín Chebar una traductora perfecta para trasladar su mundo al armario. ¿Y qué mejor manera de celebrarlo que con una noche que fue parte pasarela, parte show de teatro pop y parte sueño tecnicolor?
Juliana Gattas se subió al escenario con un show íntimo y magnético que puso a todos a bailar (sí, incluso a esos que dicen que no bailan). Y cuando creíamos que ya nada podía sorprendernos, aparecieron Miuka y Dolores Fonzi con una performance escénica que desdibujó los límites entre arte y moda. Pero esperá, porque lo mejor todavía no había pasado: 12 bailarines de Club 69 irrumpieron con un despliegue que hizo que por un momento creyéramos estar en un musical de Broadway con dirección de Andy Warhol.
Y si hablamos de experiencias sensoriales, no podemos olvidarnos del catering de Narda Lepes: tan creativo como delicioso. Mini bocados con forma de estrellas, colores comestibles y sabores que te hacían decir “¿esto es real o estoy dentro de una instalación artística?”
Entre los invitados, el dream team: Dolores Fonzi (on fire), Violeta Urtizberea, Julieta Cardinali, Justina Bustos, Zoe Gotusso, Valeria Mazza (sí, sigue siendo un ícono), Goyo Degano, Nacho Elizalde y muchas otras figuras del arte, la música, la moda y ese universo donde todos parecen tener más estilo que uno un martes a la mañana.
Pero más allá de la lista de celebrities y el despliegue visual, lo que quedó flotando en el aire fue ese mensaje que Giménez lleva tatuado en su obra y que Chebar supo hacer propio: vivir sin humor es una tragedia. Y en tiempos donde a veces todo parece gris, se agradece (y se aplaude de pie) a quienes apuestan por la fantasía, el juego y la emoción.
Porque sí, la moda puede ser arte. Pero sobre todo, puede ser alegría.