Un pájaro azul: El castillo de naipes de la vida

(Por Mathías Buela) Ariel Rotter vuelve 10 años después de su última película con una obra incómoda y personal.

Comienzo esta columna de cine hablando de lo que no se suele hablar: el director. Y es que, desde que nació el star system en los mismísimos comienzos del séptimo arte, tendemos a prestar más atención a los actores que a quienes se paran detrás de cámara y primero dibujan en su mente lo que después vemos plasmado en el celuloide (en el archivo digital… me pongo nostálgico, perdón), el primer artista detrás de la obra.

Entonces ¿quién es el director de esta película? Ariel Rotter, un guionista, director y productor de 53 años nacido en Buenos Aires y que estuvo a cargo de películas como Solo por hoy (2001), El otro (2006, Gran Premio del Jurado Berlinale) y La luz incidente (2016, Toronto/ Rotterdam). Esta semana, casi 10 años después de su anterior película, se estrenó en cines Un pájaro azul, el tan esperado regreso del director argentino, que ya cosechó los premios a Mejor Película y Mejor Interpretación Masculina (Alfonso Tort) en el Festival de Biarritz. ¿De qué va?

Javier (Alfonso Tort) y Valeria (Julieta Zylberberg) hace años buscan tener un hijo que no llega. Un día aparece Camila, una compañera de trabajo de Javier, para contarle que está embarazada de él. Javier queda atrapado en un conflicto que pone a prueba sus valores, su sentido de la responsabilidad, y que con el paso de los días dinamita su existencia y su vida de pareja. 

En solo la primera media hora de película uno puede ver y sentir en el pecho la crudeza, la violencia y la velocidad con la que se desmorona un castillo de cartas que llevó años construir… y todavía queda una hora para ver qué más pasa, incluyendo alguna vuelta de tuerca tan inesperada como determinante. 

Entre los puntos altos de la película se destacan las actuaciones de los protagonistas, siendo muy pareja la de Zylberberg y ascendente la de Tort, que comienza como un adolescente irresoluto y desganado de 40 años y termina como…bueno, mirenla. Además, el personaje extraño y tenebroso de Susana Pampín, la dulzura y firmeza del padre de Javier (Norman Briski), así como las perlas que aporta el siempre enorme Néstor Guzzini (¡Uruguay nomá!... perdón, me emocioné de nuevo) condimentan la cinta para que tenga buen ritmo y hasta algo de humor. 

Para finalizar comparto la nota de intención del director que, creo, enriquece mucho el visionado de esta obra: “Un pájaro azul es un relato sobre un proceso interno de una persona. El comienzo de su madurez, dejando atrás el lugar de hijo para empezar a encontrar su lugar de padre. Hay dos núcleos motivacionales centrales sobre los que se construye este relato. El primero gira en torno a la búsqueda que durante ocho años atravesamos con mi pareja hasta poder convertirnos en padres. El segundo, vinculado a la muerte de mi padre y específicamente, a la imposibilidad de procesar ese dolor y cómo a pesar del tiempo, éste puja por emerger del pasado”.

“Cuando tenía siete años, mi padre me despertó y me pidió que me vistiera rápidamente. Nos subimos a su auto. El camino que tomamos no era el habitual. Me dijo que ese día no iría a la escuela. Llegamos a un bar junto a un Sanatorio. Me pidió una chocolatada, dos medialunas y le encargó al mozo que me cuidara. Recuerdo que el mozo puso La Pantera Rosa en la tele. Al poco tiempo mi padre regresó con una mirada extraña. Primero se paró a mi lado y luego cayó al piso de rodillas, se abrazó a mi cintura y se puso a llorar. Me dijo: “Me voy a morir”. Y agregó: “Por favor, no dejes que me muera".

“Mi padre falleció 17 años después, producto de las complicaciones de aquella enfermedad diagnosticada. Pero desde aquella mañana, no hubo ni un solo día en el que no haya convivido con la amenaza de su muerte. Esa interminable agonía, esa tortuosa condena, también se filtró en la deriva de esta película. Cuando comencé a escribir este guión yo quería ser padre. En el medio pasaron muchas cosas, algunas películas y nació mi hija. Y junto con ella, una dimensión del amor inimaginable y desconocida. ¿Cómo se conecta nuestro dolor con lo que más queremos? ¿Cómo se conecta ser padres con poder revisar nuestro lugar de hijos?"

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