El conglomerado propietario de marcas como Saint Laurent, Balenciaga y Bottega Veneta anunció que sus ingresos en el último trimestre del año cayeron un 12%. Sin embargo, el mayor golpe lo sufrió Gucci, con una caída orgánica del 24% en sus ingresos, superando incluso el descenso del 22% previsto por los analistas.
Las tensiones comerciales entre economías clave, como Estados Unidos y China, han sumado incertidumbre y volatilidad al mercado del lujo. Ya en 2023, el director financiero de Chanel advertía: "Tras tres años de crecimiento excepcional, ahora nos enfrentamos a un entorno mucho más complejo". Las cifras parecen darle la razón: desde abril del año pasado, las acciones de LVMH han caído un 34%, mientras que Kering ha perdido un 72% de su valor bursátil y Burberry un 77%, según cálculos de Bloomberg.
El sector, acostumbrado a la expansión continua, ahora se encuentra en un punto de inflexión. ¿Será esta una oportunidad para replantear estrategias y adaptarse a un nuevo escenario global? En un mundo donde el lujo ha sido sinónimo de estabilidad y exclusividad, la próxima jugada de estas grandes casas definirá el futuro de la industria.
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