Bajo el concepto “El arte de volver a la esencia”, surgió Terráneo, una cafetería que revaloriza el ritual del café como experiencia sensorial y contemplativa. Un gesto cotidiano que invita a detenerse y reconectar con lo elemental.
El proyecto se desarrolló a partir de una paleta de tonos terrosos y materiales nobles como el ladrillo, el barro y las lajotas, que se presentaron en su estado más puro. Esta elección reforzó la idea de autenticidad y puso en primer plano la textura y la memoria de la materia.
El mobiliario, de líneas simples y proporciones equilibradas, acompañaron el espacio con sobriedad y funcionalidad, mientras una iluminación cálida y tamizada generó una atmósfera de refugio y serenidad.
CLAMA celebra la belleza de lo simple y lo natural con la creación de una superficie que conecta, resguarda y reivindica al diseño como acto de pausa y encuentro.
La elección de los materiales es la clave para el desarrollo e identidad del espacio y representa el punto de partida de los proyectos de CLAMA.
La elección de cada material -reversionado o exaltado por su uso en lugares inesperados- creó la atmósfera que experimenta cada usuario en esa convivencia tiempo-espacio. La premisa que motivó a la dupla creativa es “lograr un verdadero cambio en el bienestar de quien lo habite”.
El proyecto de realización de la cafetería llegó a CLAMA desafiando los límites del tiempo y el espacio.
Terraneo surgió como un reto creativo que puso a prueba a la dupla Fernández-Lema en la ejecución del boceto. “El proyecto tenía que nacer en pocas horas y ahí es donde nos encontramos con la creatividad a flor de piel”, cuenta Lema.
La idea fue “reversionar materiales constructivos en su estado puro, donde las cualidades reales saltan a la vista y muestran su esencia”, agrega Fernández.
La eficiencia, la practicidad y lo estético se fusionaron para generar un espacio acogedor y de “refugio” que sorprende por el cuidado de los detalles.
“Alcanzamos un ambiente ideal para esta cafetería a velocidad de la luz y el resultado fue inesperado. Fuimos galardonadas con la medalla de oro: un éxito en todas sus posibles dimensiones”, cuenta Fernández, orgullosa.
El jurado contempló a grandes exponentes del sector, tales como Arq. Ezequiel Baremboin (Arg), Arq. Carlos Ponce de León (Uru) y Arq. Nicolás Guerra (Uru), entre otros.
El panel de expertos destacó la poca pretensión, la simpleza y la creatividad en el uso de materiales de obra crudos.
“Eso es Clama, la autenticidad desenvuelta en cada proyecto”, expresa Lema.
La simbología del café como elemento que nos conecta desde la calma es una proyección de un ambiente que nos invita a revalorizar el tiempo a través de un encuentro y una conversación. Un gesto cotidiano que nos devuelve al presente, de adentro hacia afuera, disfrutando la vista privilegiada de los Lagos de Carrasco.
La dupla de arquitectas diseñó una cafetería pensada como un refugio sensorial, donde la materia, la luz y los aromas invitan a habitar el momento. En CLAMA esa pausa se transforma en un recreo.
El ritual del café se unió a la arquitectura: lo simple se vuelve experiencia, y se exaltan los sentidos desde la contemplación de las formas, los colores y los aromas.
Una cafetería que celebra la tierra, la calidez y el tiempo compartido.
Así es Terráneo.
Y la esencia se llama CLAMA.