Es el destino soñado para los turistas que no esperan hoteles de lujo y visitar restaurantes de estrella michelin, sino que buscan disfrutar de la sencillez más pura, hoteles básicos con el encanto de ser atendidos por sus propios dueños y que anteponen el manantial de calas rocosas de la isla a la comodidad de la playa.
Para los que buscan lujo una forma de vivir Ponza es desde el mar y no en tierra firme, los hoteles de lujo no han llegado a las islas Pontinas, si te quedas en tierra firme, Ponza está repleta de encantadores hostales familiares donde el tiempo parece haberse detenido en la época de tus abuelos.
Aunque solo sea por su ubicación, el hospedaje más emblemático de la isla es el Grand Hotel Chiaia di Luna, situado sobre una colina con vistas a la espectacular bahía en forma de media luna que le da nombre.
Está a solo 10 minutos a pie del puerto, el hotel ofrece un servicio de transporte gratuito durante todo el día, como es habitual en la mayoría de los hoteles de los alrededores del puerto.
Al final de la carretera se encuentra el Grand Hotel Santa Domitilla, conocido por sus piscinas de agua salada en forma de gruta. Si prefieres algo más sencillo, el Gennarino A Mare respira la autenticidad de los hostales y cuenta con un excelente restaurante con vistas al puerto. Por su parte, el Hotel Torre dei Borboni, situado en un edificio histórico a solo tres minutos a pie del puerto, dispone de 48 habitaciones de inspiración mediterránea divididas entre el ala histórica y la más nueva.
En el puerto hay distintos puestos de alquiler de embarcaciones que te permitirán acceder a las zonas de baño más majestuosas de Ponza, como Chiaia di Luna, Cala di Lucia Rosa y Cala dell'Acqua. La deshabitada Palmarola, es la más salvaje de las islas Pontinas, donde no hay casas, puertos ni hoteles, sino tan solo un restaurante, al menos por ahora.